jueves, 9 de junio de 2011
Aron...
¿Eres un niño? – tenía voz de niño, muy dulce.
-Sí. – contesté yo. - ¿Y tú?
-Sí. – los dos nos quedamos en silencio. Yo no sabía qué decir.
-¿Cuántos años tienes?
-Pocos.
-¿Cuántos son pocos?
-Muy pocos.
-Yo también tengo muy pocos. – le dije. Entonces, él bajó la espada y yo también. Era un niño, igual que yo. ¡No podía matar a un niño como yo! - ¿Cómo te llamas?
-¿Cómo te llamas tu? – me preguntó él. No parecía fiarse de mí.
-Peter Pan. – el niño no pareció sorprenderse.
-Yo me llamo Willian Garfio. – arrugué la nariz.
-¡Argg, tienes nombre de adulto!
-¡No es verdad! ¡Yo no soy un adulto, soy un niño!
-¿Y por qué estas en el barco pirata? – Willian se encogió de hombros.
-No sé. Nací aquí.
-Ah.
-¿Y qué hacías tú en el barco? – miró mi espada y yo la guardé enseguida detrás de mi espalda, sintiendo algo que hizo que se me pusieran las mejillas ardiendo.
-Estaba jugando.
-¿Y a qué jugabas? – ahora fui yo quien se encogió de hombros.
-A explorar.
-Oh… - el niño agachó la cabeza y miró el suelo, cabizbajo. Entonces, se le pusieron las mejillas rojas y me miró con ojos brillantes. - ¿Puedo jugar yo también?
Miré la puerta de la habitación del Capitán Garfio, pensando en que tenía que entrar y tirarlo por la borda para que el odio desapareciera… pero el odio ya había desaparecido.
Miré a Willian. Él apretaba los labios, esperando que le dijera algo, rascándose el estomago con una mano y con la cabeza gacha. Asentí.
-¡Vale! – sonreí y el también sonrió de oreja a oreja. Le faltaba un diente, igual que a mí. Eso me hizo gracia.
El odio desapareció por completo cuando empecé a jugar con Willian, pero entonces, apareció otra cosa. Era un sentimiento más fuerte que el odio y mucho peor.
Era un sentimiento de adultos y solo me pasaba cuando estaba con Willian.
¡Buagg, un sentimiento de adultos!
Lo peor era que un día pensé algo feo, feo de verdad. Pensé que quizás ser adulto no era tan malo. Si así conseguía seguir jugando con Willian todas las noches y también, todos los días, quizás no me importaría tanto ser un adulto.
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